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Calderón de la Barca y su obra; Un teatro de ideas; Los autos sacramentales - El gran teatro del mundo; Las comedias; Los dramas; Un estilo solemne

Spaniola


Calderón de la Barca y su obra; Un teatro de ideas; Los autos sacramentales - El gran teatro del mundo; Las comedias; Los dramas; Un estilo solemne

Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600 - 1681) estudia con los jesuitas, y luego en las

universidades de Alcalá y de Salamanca. Tras su primera comedia, Amor, honor y poder (1623),



es pronto solicitado en el palacio real y escribe El mayor encanto, amor (1635) para la

inauguración del palacete del Buen Retiro. A partir de 1637, le sirve al duque del Infantado y

participa en varias campañas militares: Fuenterrabía, Valencia y la guerra en Cataluña. Se ordena

sacerdote (1651) y es nombrado capellán de Reyes Nuevos de Toledo y capellán del rey (1663).

Su larga vida coincide con el desarrollo del Barroco en España hasta tal punto, que la fe 111j99b cha de su

muerte suele considerarse que marca el fin de ese período literario y, al mismo tiempo, del Siglo

de Oro.

Su obra consta de 120 comedias, entre las que destacan El alcalde de Zalamea, El médico

de su honra, La dama duende, Casa con dos puertas mala es de guardar y La vida es sueño,

ochenta autos sacramentales, entremeses, zarzuelas, loas y obras menores y se sigue clasificando

según diversos criterios.

Por su temática, sus piezas de teatro se distribuyen en comedias religiosas, históricolegendarias,

de enredo, de honor, filosóficas, mitológicas y autos sacramentales. Publica en vida

cinco tomos de Comedias (1636-1639) y un volumen de doce autos sacramentales (1677).

El honor es tema central de muchas de sus comedias, entre las que cabe citar El alcalde

de Zalamea y El mayor monstruo, los celos, así como la venganza, que ilustran El médico de su

honra y A secreto agravio, secreta venganza.

Entre las comedias de enredo, las más logradas son, sin lugar a dudas, La dama duende y

El encanto sin encanto.

También privilegia los asuntos religiosos y bíblicos, como en Los cabellos de Absalón y

La devoción de la cruz. Son notables sus autos sacramentales, como La cena del rey Baltasar.

También son obras maestras sus comedias filosóficas, en especial La vida es sueño y El gran

teatro del mundo.

Un teatro de ideas. Calderón dedica su vida al estudio de los grandes problemas

filosóficos y teológicos que preocupan en su época. Esos mismos principios quedan plasmados en

su teatro. Destaca, por otra parte, por haber incorporado al teatro los recursos más característicos

del estilo barroco: elabora con mayor complejidad ideológica y argumental sus obras y recubre el

lenguaje con todos los artificios barrocos.

Su producción se inicia pocos años después renovar Lope de Vega el teatro. Desde

luego, a diferencia de Lope, Calderón escribe sólo teatro, pero uno radicalmente opuesto al de

Lope. Asimila las innovaciones de ése y las lleva a su obra de forma sistemática: es uno de ideas,

que refleja el espíritu del Barroco. El honor, la virtud, las falsas apariencias y el libre albedrío son

las ideas predominantes en su obra.

Calderón, con quien el auto sacramental alcanza su mayor perfección, crea un modelo del

mismo en el que usa la alegoría para divulgar los temas teológicos. Los personajes son símbolos

de ideas abstractas (la Virtud, la Fe, el Pecado, la Vanidad, la Muerte, la Iglesia, la Culpa, etc.) y

los asuntos son variados, de temas bíblicos a hechos contemporáneos al autor. Los más

importantes son El gran teatro del mundo, La devoción de la cruz y El gran mercado del mundo.

El gran teatro del mundo es el más famoso auto sacramental de Calderón y enfoca la vida

como representación teatral; los humanos son los actores y Dios es el Autor. En el gran teatro que

es el mundo, a Dios Le corresponde repartir los papeles y a los humanos representarlos bien. El

rey, el labrador, el rico, el pobre sólo serán juzgados por la forma en que libremente hayan

desempeñado su papel. La tesis de la obra supone, pues, la afirmación de la libertad humana, del

libre albedrío, frente a la doctrina protestante de la predestinación. Así lo afirma en la obra el

Autor:

En cuanto a las comedias, Calderón escribe numerosas obras de enredo, al estilo de Lope

de Vega, dirigidas al nutridoo público que acudía a los corrales de comedias. Cuando empieza a

escribir comedias, se ve no obstante obligado a moverse en el mar de la creación lopesca. Pero

Lope y sus continuadores habían agotado los temas. Por tanto, el problema de la originalidad no

le debe de preocupar mucho al joven Calderón, que se inspira en las más diversas fuentes

nacionales o extranjeras: crónicas, comedias de autores consagrados, novelas italianas (Bandello),

etc. Sin que su creación sea tan extensa como la de Lope, la diversidad de los temas es muy

grande, lo que ha dado lugar a que sus piezas sean clasificadas en:

1. Obras de capa y espada, en las que se pueden notar dos grupos:

a. comedias de costumbres, cuya acción transcurre en Madrid (La dama duende, No

hay cosa como el callar, El maestro de danzar, Cada uno para sí).

b. comedias cortesanas, en las que la acción tiene lugar fuera de España, en: Países

Bajos, Francia, Italia, Viena, etc. (Lances de amor y fortuna, La señora y la criada, Amigo,

amante y leal).

2. Obras ejemplares, que desarrollan episodios de los que se pueden extraer consecuencias

morales (Amor, honor y poder; Mujer, llora y vencerás).

3. Obras novelescas, cuyo argumento arraiga en la fantasía caballeresca, inspiradas en los

libros de aventuras y en los grandes poemas épico-irónicos del Renacimiento italiano, los de

Orlando, sobre todo (La puente de Mantilbe, El conde Lucanor, El jardín de Falerina).

Todas esas comedias contemplan entretener al espectador con un continuo suceder de

acciones que desembocan en un final feliz. Entre ellas, destacan La dama duende y Casa con dos

puertas, mala es de guardar, con las que Calderón alcanza la plenitud de su estilo. Ellas recogen

preferentemente costumbres de lo que podría llamarse la clase media. Sus protagonistas son

nobles, pero no muy elevados. Como comedias de capa y espada, gozan de la presencia de

mujeres embozadas, el equívoco del incesto, la desobediencia contra el padre y la ausencia de la

madre.

Más representativos de la dramaturgia de Calderón son sus dramas, de un valor poético

nunca alcanzado por Lope de Vega. En ellos se recogen las preocupaciones de la época barroca:

la fugacidad de la vida, la muerte, el más allá, el honor, la inconsistencia de los bienes materiales,

etc. Entre ellos destacan El alcalde de Zalamea, sobre el tema del honor, y La vida es sueño.

El alcalde de Zalamea es un "drama trágico" (precedido por otro, del mismo asunto, que

escribió Lope de Vega), de inmensa popularidad, con el cual alcanza Calderón la cumbre de su

obra dramática, al lado de La vida es sueño.

Camino de Portugal, estando unos militares españoles de paso por Zalamea, el capitán

don Álvaro de Ataide fuerza a una doncella, Isabel, hija del alcalde Pedro Crespo, y la abandona

luego en el campo. Pedro hace prender al burlador y le ruega primero que repare la ofensa; pero,

al negarse aquél, lo hace ajusticiar. Don Lope de Figueroa, jefe de las tropas, protesta airado por

lo que juzga ser una violación del fuero militar, pero el Rey Felipe II, que va también camino del

reino vecino, se presenta en el pueblo y aprueba lo hecho por Pedro Crespo.

En la obra, lo específicamente calderoniano no reside en la creación de caracteres, sino

en la fórmula típica. Los caracteres del alcalde Pedro Crespo y de su hija Isabel tienen una gran

fuerza dramática, y la estructura y forma poética de la obra tienden a la perfección. Pedro Crespo

es un hombre concreto, cuyas acciones y palabras son intransferibles, y para muchos su realidad

humana es superior a la simbólica universalidad de Segismundo (La vida es sueño). Escena a

escena, la natural humanidad del alcalde, sabiamente elaborada, va ganando en simpatía,

dignidad, humor y también dolor. Por ello, la obra es un verdadero drama.

La vida es sueño, la obra más conocida de Calderón, es un drama filosófico y poéticosimbólico,

que plantea los temas de las falsas apariencias y del libre albedrío, de excepcional

audacia filosófica y política. La obra supone el triunfo de la libertad del individuo que, pese a lo

engañoso de la realidad, es capaz de gobernar sus acciones por medio de la razón.

Segismundo, príncipe de Polonia, se halla desde niño encerrado en un castillo, con la

única compañía de su ayo, debido a que, en el momento de su nacimiento, un oráculo había

vaticinado que humillaría a su padre, el Rey Basilio, y arruinaría el país. Para evitarlo, Basilio

ordena encarcelar a su hijo en un lugar apartado, donde ése, ignorante de su procedencia, vive

casi como una fiera. Pasados los años, para comprobar si Segismundo es digno del trono, el rey

ordena que le suministren un narcótico y le lleven al suntuoso palacio. El príncipe despierta de su

letargo y, ante lo imprevisto de la situación, reacciona con la vaticinada violencia y crueldad, por

lo que es devuelto a su prisión. El pueblo, conocedor del hecho, se subleva y libera a

Segismundo, por considerarle el heredero legítimo del trono. Ése se enfrenta con su padre y le

vence; pero esa vez, aprendiendo de la experiencia pasada, se comporta justa y generosamente

con él.

Cabe mencionar que los personajes mejor realizados del teatro de Calderón, entre ellos

Segismundo, no se vierten al exterior, no se realizan en gestos románticos. Todo lo contrario, se

definen, mirando al interior de sí mismos, anhelando desesperadamente a conocerse a sí mismos,

y precisamente en ello arraiga toda su fuerza dramática. Según confiesa Segismundo:

"Puesto que vencer aguarda

mi valor grandes victorias

hoy ha de ser la más alta

vencerme a mí".

Un estilo solemne - un teatro de símbolos. Calderón incorpora a su teatro los recursos del

Barroco en sus dos vertientes conceptista y culterana. En su obra más genuina, los dramas

filosóficos y los autos sacramentales, utiliza un lenguaje grave y solemne como corresponde a la

densidad de los problemas que plantea. Su teatro, barroco por excelencia, es uno de símbolos (El

mágico prodigioso, La hija del aire, La estatua de Prometeo, La vida es sueño, El gran teatro del

mundo), pero en Calderón culminan, desde luego, también el concepto de la honra y el

sentimiento de la dignidad y del pundonor.


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